Cada día que pasa me doy cuenta que voy disfrutando más aquellas simples del diario vivir. Y es que al final del día, son esas las cosas que te dan pequeñas alegrías, la dosis necesaria para ser feliz y estar bien con uno mismo; el equilibrio espiritual perfecto.
Ayer, en la sala de espera del dentista, me senté junto a un botox tras el cual aseguraban que había una mujer. Cogí una revista y vi photoshop y operaciones por todas partes –a tutti- en vez de texto, retoques.
Pero ya que vivimos en tiempos de prohibiciones, castigos y censuras, expresa la poca libertad que nos queda. Porque al final, lo más importante es sentirte bien con uno mismo, y que el espejo espejito mágico te siga diciendo que la más bella del lugar eres solo tú.
Lo mejor es ver el antes y el después, echa un ojo por el retrovisor y compara!
Feliz puente de mayo!