Ya me quedé coja de tanto meter la pata, y me pille los dedos con la misma puerta, ya tropecé mil veces contra la misma piedra, incluso caí de cabeza. Ya me supo el champagne a aguarrás, e incluso me enteré de que en el cielo no hay alcohol, rescaté mis vicios y me encariñé con mis manías. Tambien tiré las zapatillas con las que pisaba fuerte y me di contra el techo al levantar la cabeza una y otra vez. Y me bebí de golpe el vaso medio lleno. Y mi lista de preguntas superó a la de las respuestas incluso, me dejé la vergüenza olvidada en el fondo del vaso de aquel ultimo bar.
Pero aprendi, aprendí tanto que tiré las gafas con las que le vi las orejas al lobo, aprendí a andar sobre arenas movedizas y a bailar en las tormentas y a veces, a hacer aviones de papel. Y me cansé, me cansé de decir de todo sin hablar de nada. Y entendí, entendí que hay besos que besan más y besos que versan mal.